Cortázar póstumo
Cuando leí "La vuelta al día
en 80 mundos" pude acceder, al fin, a Cortázar, luego vino Rayuela y todo
lo demás, pero me quedé con una tristeza, transmitida, tal vez similar a la
tristeza de Julio cuando contaba que había recorrido días, meses, mucho tiempo
con sus manuscritos bajo el brazo de un libro que "es un libro que amaría
cualquier poeta, un "libro suelto y despeinado, lleno de interpolaciones y
saltos y grandes aletazos y zambullidas" y que ninguna editorial lo
aceptó, ningún editor tuvo la visión ni el olfato suficiente para darse cuenta
que era un magnífico libro, uno de los más maravillosos volúmenes escritos por
el Cronopio, uno donde las traducciones son justamente, como el lo dice,
"libres", pero en serio, donde el vuelo es un vuelo lleno de
piruetas, rasante, disparado al aire diáfano de la poesía y la propia
literatura. Y me quedé con esa nostalgia cortazariana que hizo que amara aquél
libro y esperara más de 30 años para que, ya muerto hacía tiempo el autor,
algún comerciante de las letras, alguna editorial que se dio cuenta de la importancia
de aquella obra (y de lo que podía ganar con ella), se atreviera a publicar.
Recuerdo que el año 1998 alrededor de esa época, me llegó una revista argentina
llamada, si no me equivoco, LEA, en la que anunciaban la "pronta
publicación de una importante obra de Julio Cortázar", etcétera y, entre
los libros se mencionaba aquél esperado volumen! Al fin, un día, caminaba por
el laberinto de la Feria del libro en La Paz y llegue al stand de Alfaguara,
cuando, de pronto, saltó como uno de los conejos vomitados por un personaje de
nuestro autor y me quedé fascinado y estático contemplando un enorme volumen
amarillo: al fin había llegado hasta nosotros, después de una ciertamente
magnífica travesía, el descabellado y despeinado libro. Aunque sea difícil de
creer, después de olerlo, acariciarlo, escudriñarlo casi, pregunté el precio y
me dieron uno que escapaba velozmente de mis bolsillos apretados. Con una pena
como no sentí antes y una exaltación que me duró un tiempo, me fui dolorido
después de comprar un par de lecturas menores en la "bodeguita". Al
año, preparé mi bolsa y llevé una billetera abundante a la Feria y fui
resueltamente a conseguir el libro y, como un premio por la larga espera, lo
encontré en la Bodeguita del Libro! a un precio realmente asequible, ya que
poca gente, pocos lectores se lo habían llevado. Lo compré de inmediato y me
fui feliz a zambullirme en sus maravillosas páginas. Ahora, regodeado y
agradecido recurro de vez en cuando a sus deliciosas páginas mientras el
volumen palpita, esperando un lector en mi biblioteca. El volumen se llama
"Imagen de Jhon Keats".