lunes, 11 de octubre de 2010

El misterio de las esmeraldas.


Al intentar aproximarse a un libro, al enfrentarse a él, muchas cosas pueden suceder. Este, En Las delicias de Campo de Esmeralda, contiene puertas por abrir, y en una de ellas se nos muestra que "la escritura es una forma de ordenar el mundo", y así es, la escritura ordena el mundo, porque un ordenamiento es un proceso de creación, un paso del caos al orden. Es entonces la creación de un mundo que se halla en el interior del libro, que parte del acto generador de la escritura, de este acto ligado a la vida, a la existencia. Es pues la escritura una manera de crear y reinventar universos; una forma no sólo de registrar, si no de experimentar el vivir.

En Las delicias de Campo de Esmeralda, nos ubica en el mundo a través de la escritura, ésta y la vida se completan mutuamente, "el texto es siempre una mitad que debe ser completada, es la superficie mágica que nos permite una fusión con lo desconocido". Así, la creación de mundos se completa con el lector, quien aporta sus propias visiones, completando el producto final, salido del juego entre el texto, el lector y el autor.

Es allí donde he comenzado el viaje por Campo Esmeralda, en esa relación, es juego donde se teje el mundo que gira y gira, como dice el autor "en medio de toda la trama histórica, de tanta búsqueda y de tan poco encuentro". Pero ¿a qué se refiere esta búsqueda? La búsqueda es aquello que hace girar al mundo, que lo trama; el deseo de saber, de conocer lo que está más allá o más acá: el misterio. "Sólo el misterio nos hace vivir, sólo el misterio", dice Lorca, y el misterio nos hace vivir, pero también escribir. Este deseo de conocer está presente desde el Génesis, cuando Adán y Eva son castigados por comer del Árbol del Conocimiento. Esta búsqueda toma varias formas, en la Odisea es un recorrido, un viaje; Telémaco se embarca a aventuras innumerables guiado por el misterio. Este misterio se impregna la literatura: "leer es una búsqueda y también un encuentro", dice Raúl Romero.

El misterio originalmente en su etimología griega, alude no sólo a lo que no se conoce, sino a aquello que debería mantenerse oculto. Según la Enciclopedia Espasa, myein, en griego, significa "cerrar la boca", que era lo que hacían los iniciados en los cultos secretos, en los rituales dionisíacos que debían mantenerse rigurosamente escondidos para los extraños. He aquí la doble dimensión del misterio.

"Todo al fin, incluso esta pequeña diatriba tiene en el fondo otro fondo, un grave, sencillo y furibundo trasfondo que va más allá de las palabras, más allá de las cosas ( ... ) lleva inmersa o inmerso en su propia imagen algo que hay que deletrear, algo que se debe descubrir y definitivamente algo de lo que uno tiene que ser partícipe y que nos indica la verdadera dirección, que puede ser cualquiera."

En esta búsqueda inmersa en el viaje de vivir, surge la pregunta ontológica de nuestra condición humana. En este libro, los relatos, cuentos, prólogos y poemas, nos introducen a la cotidianidad para mostrarnos que estamos sometidos a unas condiciones anteriores a nosotros mismos. A través de la razón percibimos que todo se rige por ciclos, oposiciones y tensiones. Lo que nos envuelve posee un dinamismo inabarcable.

Vida, muerte, resurrección de las presencias Esa incesante certidumbre de que jamás
conoceremos el cómo, el porqué ni el cuándo de todo lo que nos rodea.

La palabra misterio ha realizado también un largo viaje; de la miseria a la mística,
pasando por la misericordia. En el diccionario de Julio Casares, se define misterio: arcano
o cosa secreta en cualquier religión// En la religión cristiana, cosa incomprensible que
debe ser objeto de fe// Cualquier cosa muy recóndita que no se puede comprender y
explica.

Pero no olvidemos el otro lado, el origen de la palabra misterio: aquello que debe
permanecer oculto. No ser develado, mantenerse en silencio para no perder su esencia.

Dice Raúl Romero: "Siendo que alguien ha descubierto lo oculto, lo misterioso, ha
cambiado, ya no es el mismo, ya no es el que percibía aquello hace unos segundos y por
lo mismo descubrir en su risa,, en su mirada, en su palabra,, es decir en los signos de ese
descubridor, será para nosotros mucho más controvertido,, será más fácil equivocamos y
así sucesivamente hasta el infinito".

La actitud religiosa en la concepción cristiana, apela a una oposición hacia la
actitud de búsqueda, hacia aquello a lo que convoca el misterio. Para los cristianos, "el
hombre debe descentrarse, salir de sí, reconociendo la dignidad superior absoluta del
misterio". En este caso, esta es una actitud llamada extática o de Reconocimiento, que
podría traducirse como una actitud de conformismo o temor ante la búsqueda o
develación del misterio, ante el saber y el conocimiento. En este libro, En las delicias de Campo Esmeralda, encontramos otra actitud, un narrador, un guía, la parte que completa
la relación entre el texto, y el lector: encontramos al "buscador". El buscador, aquél que
aunque sepa que el misterio no va a develarse, busca insaciablemente y disfruta de la
delicia de conocer -o intentar conocer- presintiendo que la esencia del misterio es
permanecer oculto. En el Hombre Misterioso y el Misterio que llevaba en la mano una
Bolsa de Oro, la idea está expuesta de manera muy clara, le dice el hombre Misterioso al
Misterio: "Si llego a descubrirte dejarás de ser lo que eres.". Así es, la esencia del
misterio es permanecer oculto y la esencia del ser humano es ser un buscador.

"Los hombres tienen una ceguera en el alma que no les permite mirar el verdadero
origen de sus desventuras y problemas en la tierra. Tal vez lo que había que hacer es
mirar al cielo una vez al día. Esto es, ver el Cosmos el Universo. Puede esto permitimos
buscar y tener una nueva dimensión humana", dice el autor.
Y es precisamente esta dimensión del buscador, del que intenta mirar más allá, la
dimensión de saber que siempre habrán cosas ocultas y otras que deben permanecer
ocultas: pero no por ello el buscador evita mirar al cielo, al suelo, debajo de una piedra...
y abre "toda una visión que nos permita sublimar la delicia de nuestra búsqueda". Así
pues, Raúl Romero es un buscador, y dice: " ... nunca encontrarás lo que buscas en este lugar, la vida está en otra parte…”, invitando a iniciar la búsqueda, el viaje personal,
fuera y dentro de uno mismo.

Este libro nos da la oportunidad de viajar, de abrir puertas, de buscar y encontrar
sentidos a través de la prosa y de la poesía.

Yo me permito continuar el viaje, mi lectura, ahora de la mano de la poesía. En las
delicias de Campo Esmeralda se abre a otro universo, a una puerta, la poesía, que dentro
de mi lectura, que es humilde, y sin mayor pretensión que hacer una búsqueda de
sentidos, aunque mis hallazgos sean simples, o casi obvios. He tenido un feliz encuentro
con la poesía que contiene este libro, poemas que hablan también del misterio, del
buscador que cuestiona su existencia, su lugar en el mundo, y se ubica en él a través del
lenguaje, del cuestiona miento: de la búsqueda.


"Acomodarse al mundo no es mala señal" dice el buscador,
"tengo ansiedad por conocer el mundo
y es el mundo
que me aleja de su conocimiento
a través de mi imagen" (…)

"Estoy más cerca del conocimiento del mundo
estando más cerca del cosmos
o sea más cerca de mí" (...)


En estos fragmentos, la búsqueda de "lo que está más allá", se invierte: la
búsqueda está dentro de uno mismo, en un "mirarse para adentro", este conocimiento
del mundo, esta aproximación y construcción del cosmos a partir de uno, del Ser;
ubicarse en el universo partiendo de la esencia de estar aunque no se sepa cómo,
cuándo, o para qué. Y he aquí de nuevo el misterio. El buscador se asienta en el mundo a través de sí mismo, pero también a través del lenguaje:


"Las palabras corren desbandadas
como aves sin alas sobre las esmeraldas de la
tarde"


El buscador no solo se encuentra, se ubica en el mundo a través de lenguaje, sino que lo construye y "vuelve el rostro hacia el abismo sustancial", "al lugar donde se tocan
los extremos". Y termina afirmando "eso buscaba".
El buscador, asentado ahora en la poesía, se entrega al goce, a la visión de un
mundo tramado por las palabras, el juego, el sonido...

(...) "A veces salto como en los riachuelos
sobre las piedras
de las palabras, me salpico
de artículos de sujetos
de sustantivos
tomo las ideas respiro
entre los puntos o las comas" (…)


Y finaliza:


"Que se acabe la distancia
entre nosotros
entre las palabras y los hombres.”

Sin dejar de lado la búsqueda, y específicamente la forma de hacer y mirar al
mundo, sin dejar de mirarse para adentro, el buscador se entrega a la palabra, al ritmo, a
la poesía.


"Las palabras surgen como
surgen hormigas de su agujero"


Y la poesía, en este Campo Esmeralda, surge como la lluvia. En "Poemas Pluviales" el buscador observa la poesía, la nombra, la posee como algo que sabe inasible, como la
lluvia:

“La poesía
es simple como la lluvia
como las gotas que se arrastran
por las nervaduras de una hoja
es un pájaro
refugiado
bajo un alero
brota como un rayo de luz
escapado
por una hendija
es un rojo
atardecer
es como el frío
como el recuerdo
súbito
como un grito
descontenido
de rebeldía
y algunas miradas brillosas
recorre a diario
descalza las calles
húmeda
camina sobre el agua.”


Diría yo, para recomenzar el viaje:


"La poesía
es un misterio."


Jessica Freudenthal
La Paz, 2005

Nota del Autor: Este texto fue escrito antes de la publicación del libro, por lo que la autora cita algunos poemas o textos que no se encuentran en la publicación definitiva de “En las delicias de Campo Esmeralda”.

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