lunes, 11 de octubre de 2010

En las delicias de Campo Esmeralda. (Adolfo Cárdenas).


Para comentar el libro de Raúl Romero Auad hoy presentado, creo conviene partir del título y concederle una latente ironía que se destila a todo lo largo de En las delicias de Campo Esmeralda que sugiere un contenido festivo, solar, si se quiere cuando lo que el autor nos impone es exactamente lo contrario.
Creo necesario establecer que el texto, a diferencia de otros no se inscribe en un género específico es decir que el cuento, la poesía, la fábula y hasta el micro ensayo se entremezclan sobrepasando el aspecto formal clásico para convertirse en meros instrumentos que persiguen un objetivo básico cual es la reflexión.
Y esta reflexión ataca y toca cuando tanto autor como lector se preguntan sobre los grandes cuestionamientos de la vida que son los grandes temas de la literatura, vale decir la muerte, la vida, el odio, el amor, la angustia, el dolor, etc. y que evidentemente permanecen sin respuesta.
En efecto, Romero, despojado de aquellas pretensiones denominadas saberes, busca respuestas en su descenso a los abismos de la conciencia, al origen de sus miedos atávicos, a la explicación de esa profecía condenatoria que tan dolorosa es para el ser humano, disponiendo sólo de sus cinco sentidos, débiles y falibles y emerge con las mismas fatídicas dudas tatuadas en la memoria con la convicción de que y cito: Nunca encontrarás lo que buscas en este lugar / la vida está en otra parte…
Este epígrafe puede servir como una contrapauta que define el contenido de: En las delicias de Campo Esmeralda misceláneo en su conjunto, lo que en cierto momento puede ser peligroso, pero que este particular caso ha dado buenos frutos por cuanto las estéticas formales son una apariencia que ocultan el verdadero sentido de una experiencia alejada de lo que se llama el discurso del poder, con estructuras deliberadamente caóticas y que nos conducen metafóricamente a las geografías exploradas por el autor con aparente anterioridad que nos hace cargo de sus obsesiones y sus pulsiones en esta ciudad rebautizada como la de Campo Esmeralda.

Adolfo Cárdenas F.

20 de agosto 2006

No hay comentarios.: